Como bien sabemos, cuando nacemos no estamos preparados para sobrevivir sin la ayuda de figuras protectoras que nos alimenten, brinden afecto y protección. Así surge la vinculación afectiva o el apego, que es la primera relación que se establece, reguladora del sistema emocional. Son los cuidadores los que se encargarán de responder a las señales y necesidades tanto fisiológicas como emocionales del recién nacido. La disponibilidad y la respuesta de ese cuidador marcarán la seguridad y la proximidad que estos sientan. Los primeros sentimientos positivos y negativos del bebé, como la seguridad y la inseguridad en la vinculación relacional, nacerán de esa base.
El psiquiatra John Bowlby, es el padre de la teoría del apego, el cual intenta explicar los efectos del vínculo temprano en el desarrollo psicológico de las personas. Para Bowlby, el apego es una conducta instintiva, activada y modulada en la interacción con otros significativos a lo largo del tiempo. Él propone así, que las personas tenemos una tendencia a establecer vínculos afectivos firmes con ciertas personas a través de la vida.
En la teoría del apego se le da mucha importancia a la relación que el niño tiene con sus padres, ya que en ella se creará la capacidad posterior del niño de establecer vínculos afectivos. Las funciones principales de los padres son proporcionar al niño una base segura y desde allí, animarlos a explorar; es importante que el niño pueda depender de sus figuras de apego y que éstas puedan contener y proteger al niño cuando éste lo necesita. Así se crearán en el niño poco a poco expectativas acerca de sí mismo y de los demás, los cuales le harán tener capacidad para anticipar, interpretar y responder a la conducta de sus figuras de apego.
El apego en la vida adulta se manifiesta de forma similar que en la infancia. En situaciones de malestar, como los niños, el adulto muestra un deseo hacia la proximidad de figuras de apego. Siente bienestar ante la presencia de esa figura y ansiedad si ésta es inaccesible. La aflicción es esperable ante la pérdida de una figura de apego (Simpson, Steven Rholes, 1998).
La mayor diferencia entre el apego adulto y el infantil reside en que el apego adulto es recíproco. Esto es, la misma persona dentro de una pareja puede ser el cuidador y el cuidado y ese rol oscila en la pareja.
En resumen, se puede decir que el apego es un vínculo afectivo que se establece
en la primera infancia y resulta de vital importancia para el posterior desarrollo
emocional y relacional de las personas.
Itxaso Zabalo,
estudiante de psicología de la upv cursando el practicum en Izkali
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