La primera vivencia de angustia que experimentamos se produce en el momento de nuestro nacimiento. Esta angustia surge ante un hecho real inalterable. Tras la opresión del parto, la necesidad de llenar nuestros pequeños pulmones de oxígeno para no morir. Surge en ese momento en el que respirar es el único movimiento y acto que nos mantendrá con vida tras nuestra primera separación. Acción que jamas hemos hecho con anterioridad. Esta experiencia marcará nuestra existencia y será la base de nuestra vitalidad. Nuestro primer ciclo experimentado sin ningún otro apoyo que la regulación de nuestro propio organismo.
El surgir de la angustia ira desarrollándose y evolucionando junto con nuestro crecimiento. A medida que nos vamos sofisticando y no solo somos cuerpos palpitantes que mantienen vida, sino que aumentamos nuestra conciencia sobre la complejidad y simplicidad de nuestro ser en este mundo, la angustia ya no solo surge en situaciones de muerte real, sino que surge en aquellos momentos en los que experimentamos una muerte simbólica. Esta angustia surgirá en todo proceso profundo de cambio y transformación, de separación y pérdida. Se da de manera natural en diferentes experiencias vitales entre el contacto y la satisfacción.
La angustia se puede complicar cuando me resisto al cambio, la transformación o la pérdida, dilato el estado de angustia, y este estado de angustia es perjudicial. Retomaré la experiencia del nacimiento por lo gráfico que resulta en lo perjudicial del asunto. Es como si el bebe se negara a separarse a través del cordón de su madre y se resistiera a respirar por miedo a morir. “Primero que me cuenten como es la vida, para estar seguro de que nada malo me vaya a ocurrir”. Mientras tanto, entre otras cosas, su sangre sin oxigeno se estaría envenenando.
Una frase que Fritz Perls solía decir es que "La angustia es la brecha entre el ahora y el después. Si estás en el ahora no puedes sentir angustia". A través de la fantasía nos desplazamos al futuro donde todavía no podemos actuar y toda nuestra energía disponible para la acción presente, queda retenida a la espera de “un futuro presente” donde continuar con la idea de que la situación está controlada. En este caso la angustia surge cuando estoy plenamente capacitada y desarrollada para realizar lo que necesito y continuar en el instante de vida que me ha tocado vivir, pero que por miedo a morir tal y como me conozco, me aferro a lo conocido. A mayor capacidad de acción mayor angustia.
La angustia también surge en otros momentos que vienen provocados no tanto por un proceso natural del desarrollo humano sino por una perversión del mismo. En la actualidad esta forma de que emerga la angustia se está agravando. Cuando la activación está provocada por una necesidad fantaseada, idea equivocada o está apoyada en falsos estímulos externos, nos vamos cargando, excitando y preparando para un acontecimiento en el que finalmente se produce una interrupción. Es el momento en el que tomo contacto con la realidad de que no me satisface lo que hago o me retiran los apoyos externos. Durante la toma de contacto percibimos como nuestros apoyos van fallando y carecemos de un soporte interno que nos ayude a mantener toda esa carga. Esto viene a suceder cuando estamos activándonos queriendo lograr objetivos no acordes con el sentido de nuestra propia existencia. Es la angustia ante la caída. Cuanto más me he subido mayor es la angustia.
Así pues, la angustia es una condición del ser humano, se da cuando tomo conciencia de que “así (de esta forma, con esta forma) no puedo vivir, necesito cambiar”. Esto me lleva a un largo proceso, en el cual la opresión de esta forma corporal, emocional y mental que me limita, llega a su punto culmen. En ese momento, es el momento en el que me abandono al cambio y que ocurra lo que tenga que ocurrir. La forma de transitar la angustia es lo que hicimos cuando éramos bebes. Respirar. Tomar conciencia de nuestra respiración que nos trae al presente y permitir que el movimiento y la carga energética o excitación que hemos generado durante la activación y con la que hemos tomado contacto, continúe su camino hacia la satisfacción. Y continuar respirando…
Oihana Ozkariz Collar
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