31 de diciembre de 2012

ESCUCHA PEQUEÑO HOMBRECITO Wilhelm Reich


Escucha pequeño hombrecito es un diálogo que entabla Reich con el pequeño hombre o mujer que hay dentro de cada uno de nosotros, recorriendo distintos lugares en los que se ha encontrado con nosotros, y al tiempo, consigo mismo. Fundamentalmente es un libro dirigido a responsabilizarnos de nuestro propio destino, a cogerlo en nuestras manos y decidir qué hacer con él, es decir, un libro que nos insta a ser libres con todas sus consecuencias.


El ingrediente fundamental, único, es atrevernos a mirar nuestro pequeño hombrecito o mujercita, tomando conciencia de los errores en nuestra forma de ser, actuar y pensar. Si le acompañamos en la primera parte del libro nos ofrece innumerables espejos en los que ver nuestra mezquindad, miseria, racanería, cobardía y ceguera, sólo queda en nuestra mano verlas y asumirlas. Si continuamos en la segunda, ya con hambre de esperanza tras haber transitado un paisaje desolador, nos encontramos con qué saciarlo: trabajar, valorar lo que hacemos, perseguir la verdad, dar nuestra opinión y contribuir al bien común.

La lectura de este libro me ha permitido no sólo revisar mis miserias personales y ver las responsabilidades que me toca asumir en estos momentos de mi vida,  sino hacer un repaso de la concepción que he ido desarrollando sobre la realidad a lo largo de mi proceso terapéutico y mi trabajo como docente y terapeuta Gestalt, ya que Reich fue una de las figuras que influyó en Fritz Perls y por tanto, en el desarrollo de la Gestalt.

¿Pero quién y cómo es este pequeño ser y cómo puede crecer?


Pequeño hombrecito o mujercita:

En la primera parte del libro Reich desenmascara al pequeño hombrecito cobarde y cruel que hay en cada uno de nosotros, a través del relato de distintos acontecimientos de su propia vida y de la historia de la humanidad, con los que todos podemos sentirnos identificados, tanto como sufridores de sus actos, como siendo los propios pequeños hombrecitos que los protagonizan. Toca muchos temas entre los que mencionaré los siguientes:


 Sobre la salud y la enfermedad:

Según Reich estamos enfermos, nuestra enfermedad es una enfermedad emocional que parte de la represión de nuestra energía vital. Esta represión comienza en el vientre materno y continúa avanzando en los siguientes años de vida, creando ya para los siete años una coraza muscular con la que, en adelante, nos defenderemos del mundo.

Esta coraza la construimos en su momento por necesidad, ya que estábamos en manos de pequeños hombrecitos y mujercitas, que a su vez tenían sus propias corazas que les impedían vernos en nuestra totalidad, como seres naturales y genuinos que éramos. Es más, nuestro ser genuino les recordaba al suyo estrangulado y eso los revolvía, así que pusieron todo su empeño en hacernos a su imagen y semejanza matando nuestra voz interior a través de la represión y el miedo. Así, los adultos con los que nos encontramos, padres, familiares, profesores... pusieron su impronta en nosotros.

De esto se deriva que en los momentos tempranos de nuestra vida no nos quedó otro remedio que defendernos agarrotándonos físicamente, con el correspondiente endurecimiento de nuestro carácter. Pero como con toda defensa, si construimos un muro nadie entra pero tampoco sale, teniendo como resultado un estancamiento, una rigidez que no permite el fluir energético necesario para interactuar con nuestro entorno, dando y recibiendo, intercambiando, en favor de la homeostasis que está en la base del crecimiento físico y psicológico del ser humano.

Es así que entorpecemos nuestro crecimiento natural y nos quedamos pequeños en muchos aspectos de nuestra vida y nos convertimos en pequeños hombrecitos y mujercitas sin voz propia que desconocen quienes son y se guían a ciegas por referentes erróneos que van en contra de la humanidad y de la vida. Porque estos son los referentes que conocemos, porque esto es lo que nos hicieron.

Pero el cuerpo es sabio, pugna por crecer y su intento de dominación no es gratuita, duele, duele en el cuerpo y duele en el alma y como dice Reich no podemos evitar sentirnos “miserables, pequeños, apestosos, impotentes, rígidos, vacíos, sin vida” y cuando esto sucede intentamos en un principio volcarlo contra el mundo, ya sea apropiándonos de todo lo que encontramos en el camino para llenar este vacío o empequeñeciendo a los demás para sentirnos más grandes. Es así como dañamos a los niños, a las parejas, a los amigos, a los países...es así como entramos en guerra y matamos la vida. Pero todo esto no nos hace sentirnos mejor, porque el vacío no se llena y nosotros no nos sentimos más grandes sino todavía más pequeños.

La salud comienza cuando estamos dispuestos a mirarnos y vernos en nuestra pequeñez y comenzamos el viaje en busca de nuestra voz interior perdida. Es aquí cuando contactamos con el concepto de responsabilidad.


  Sobre la responsabilidad de la humanidad:

Reich entiende la responsabilidad en un sentido global. Tenemos una responsabilidad individual y también tenemos una responsabilidad social e histórica y tan sólo cuando somos conscientes de que nos toca asumirlas, estamos preparados para salir de nuestra pequeñez.

La responsabilidad individual radica en vernos, en querer saber cómo somos y asumir nuestras miserias y errores, arriesgándonos a vivir según el dictado de nuestra conciencia y trabajando para aumentar nuestra capacidad de amar.

La responsabilidad social, por otra parte, comienza por interesanos por nuestro entorno, familiar, laboral, local, nacional, internacional y mundial, denunciando todo lo que vaya en contra de la vida humana como la explotación y la violencia en cualquiera de sus vertientes, favoreciendo leyes que protegen la vida, prescindiendo de formas artificiales y dañinas, amando sin papeles, viajando y conociendo otras personas, dejando crecer a nuestros hijos tal y como los ha hecho la naturaleza, esforzándonos en comprender esta naturaleza, leyendo, razonando de forma correcta, entendiendo nuestro trabajo como una responsabilidad social...En definitiva, haciéndonos cargo del mundo en que vivimos.

Y además está la responsabilidad histórica. A lo largo de la historia hemos tenido que optar entre diversas opciones, entre las que se encuentran:


- Las instituciones verdaderamente democráticas de Lenin y la dictadura de Stalin.
- La explicación sexual de nuestro mal emocional y la teoría de la adaptación cultural.
- La simplicidad grandiosa de Jesús y el celibato de Pablo para sus curas y el casamiento obligatorio para el resto.
- La teoría de Marx sobre la productividad y la fuerza viva de su trabajo único y la idea de Estado.
- En la revolución francesa, entre la crueldad de Robespierre y la grandeza y la bondad de Dantón.
- En Alemania, entre Goering y Himler por un lado y Landau y Müsham por otro.
- La asesina Inquisición y Galileo.
 El tratamiento humano de los enfermos mentales y el electrochoc.
- La energía destructiva del átomo y la energía constructiva del orgón.
 La ignorancia de la célula cancerosa y la luz que Reich ha proyectado sobre sus secretos.

En todos los casos mencionados y en muchos otros, nos hemos decantado por las opciones que iban en contra de la vida y del amor y ahora nos toca asumir la responsabilidad de haberlo hecho ya que de lo contrario, seguiremos repitiéndolas continuamente hasta que no quede ni un sólo resquicio por el que respirar.

Ciertamente vistas estas decisiones con la distancia del tiempo y una detrás de otra parecen incomprensibles, pero no tenemos más que mirar en nuestros actos diarios para saber que como sociedad seguimos tomando las mismas decisiones erróneas.

Responsabilizanos de nuestra vida implica hacernos cargo de nuestra enfermedad individual, social e histórica y trabajar para sanarla.


Sobre la libertad:

Y es por este camino de responsabilidad, por el que nosotros, pequeños hombrecitos y mujercitas, podemos ir liberándonos de nuestras cadenas que son las únicas que en realidad nos atan.  Responsabilizarnos trabajando, adquiriendo conocimiento y amando, los tres ejes fundamentales para “colmar lo que es inherente a la existencia humana.”

Entiendo que Reich habla, en definitiva, de la esencia del desarrollo y crecimiento personal, que es asimismo el fin último del proceso terapéutico profundo: vivir la vida plenamente en libertad. Y esto pasa por mirarnos al espejo dispuestos a ver lo que éste nos devuelve con valentía y humildad, pues sin estas no podemos recorrer el camino. Valentía y humildad para mirar en lo más podrido, para reconocerlo, para responsabilizarnos de ello y cambiarlo, valentía y humildad para mirar en lo más sano, reconocerlo responsabilizarnos y disfrutarlo. Es una opción vital cuanto menos incómoda, pero sin la que no podemos recuperar los aspectos perdidos y con ello nuestra libertad y nuestra vida, entendiendo como tal, la vida que nos dicta nuestra voz interior y que decidimos vivir con conciencia plena.

Siguiendo este camino el pequeño hombre puede convertirse en un verdadero gran hombre, grande entiendo, en cuanto a alcanzar la madurez humana.


Gran hombre:

Reich describe al verdadero gran hombre como una persona sincera, simple, con coraje y contacto afectivo con la vida. Es ante todo sincero consigo mismo, conoce sus miserias mejor que nadie y tiene el coraje para enfrentarse a ellas y trabaja para superarlas asumiendo las consecuencias, es decir, es una persona que se responsabiliza plenamente de sí misma, de su historia y de su entorno. Esta actitud vital le lleva inevitablemente a entablar un contacto afectivo con la vida. Es por esto, por su amor a la vida, que comprende el sufrimiento del otro y trabaja de forma genuina por la libertad real de los demás, mostrándoles las miserias de sus propias vidas.


Considero que todo lo que menciona Reich en su libro escrito en 1947 es de rigurosa actualidad a escasas horas de entrar en el 2013 y al igual que lo es en cuanto a la problemática, también lo es en cuanto a las soluciones que plantea, así que acabo este artículo con la siguiente reflexión de este gran hombre “El amor, el trabajo, el conocimiento, no tienen ni patria, ni tarifas de aduana ni uniformes. Son internacionales, universales y todo el mundo los comprende.”

¡Fomentémoslos!

Ttala Lizarraga Arteaga

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