Escucha pequeño hombrecito es un
diálogo que entabla Reich con el pequeño hombre o mujer que hay dentro de cada
uno de nosotros, recorriendo distintos lugares en los que se ha encontrado con
nosotros, y al tiempo, consigo mismo. Fundamentalmente es un libro dirigido a
responsabilizarnos de nuestro propio destino, a cogerlo en nuestras manos y
decidir qué hacer con él, es decir, un libro que nos insta a ser libres con
todas sus consecuencias.
El ingrediente fundamental,
único, es atrevernos a mirar nuestro pequeño hombrecito o mujercita, tomando
conciencia de los errores en nuestra forma de ser, actuar y pensar. Si le
acompañamos en la primera parte del libro nos ofrece innumerables espejos en
los que ver nuestra mezquindad, miseria, racanería, cobardía y ceguera, sólo
queda en nuestra mano verlas y asumirlas. Si continuamos en la segunda, ya con
hambre de esperanza tras haber transitado un paisaje desolador, nos encontramos
con qué saciarlo: trabajar, valorar lo que hacemos, perseguir la verdad, dar
nuestra opinión y contribuir al bien común.
La
lectura de este libro me ha permitido no sólo revisar mis miserias personales y
ver las responsabilidades que me toca asumir en estos momentos de mi vida, sino hacer un repaso de la concepción que he
ido desarrollando sobre la realidad a lo largo de mi proceso terapéutico y mi
trabajo como docente y terapeuta Gestalt, ya que Reich fue una de las figuras
que influyó en Fritz Perls y por tanto, en el desarrollo de la Gestalt.
¿Pero quién y cómo es este
pequeño ser y cómo puede crecer?
Pequeño hombrecito o
mujercita:
En la primera parte del libro Reich desenmascara al pequeño hombrecito cobarde y cruel que hay en cada uno de nosotros, a través del relato de distintos acontecimientos de su propia vida y de la historia de la humanidad, con los que todos podemos sentirnos identificados, tanto como sufridores de sus actos, como siendo los propios pequeños hombrecitos que los protagonizan. Toca muchos temas entre los que mencionaré los siguientes:
En la primera parte del libro Reich desenmascara al pequeño hombrecito cobarde y cruel que hay en cada uno de nosotros, a través del relato de distintos acontecimientos de su propia vida y de la historia de la humanidad, con los que todos podemos sentirnos identificados, tanto como sufridores de sus actos, como siendo los propios pequeños hombrecitos que los protagonizan. Toca muchos temas entre los que mencionaré los siguientes:
Según Reich estamos enfermos, nuestra enfermedad es una enfermedad emocional que parte de la represión de nuestra energía vital. Esta represión comienza en el vientre materno y continúa avanzando en los siguientes años de vida, creando ya para los siete años una coraza muscular con la que, en adelante, nos defenderemos del mundo.
Esta coraza la construimos en su momento por necesidad, ya
que estábamos en manos de pequeños hombrecitos y mujercitas, que a su vez
tenían sus propias corazas que les impedían vernos en nuestra totalidad, como
seres naturales y genuinos que éramos. Es más, nuestro ser genuino les
recordaba al suyo estrangulado y eso los revolvía, así que pusieron todo su
empeño en hacernos a su imagen y semejanza matando nuestra voz interior a través
de la represión y el miedo. Así, los adultos con los que nos encontramos,
padres, familiares, profesores... pusieron su impronta en nosotros.
De esto se deriva que en los momentos tempranos de nuestra
vida no nos quedó otro remedio que defendernos agarrotándonos físicamente, con
el correspondiente endurecimiento de nuestro carácter. Pero como con toda
defensa, si construimos un muro nadie entra pero tampoco sale, teniendo como
resultado un estancamiento, una rigidez que no permite el fluir energético
necesario para interactuar con nuestro entorno, dando y recibiendo, intercambiando,
en favor de la homeostasis que está en la base del crecimiento físico y
psicológico del ser humano.
Es así que entorpecemos nuestro crecimiento natural y nos
quedamos pequeños en muchos aspectos de nuestra vida y nos convertimos en
pequeños hombrecitos y mujercitas sin voz propia que desconocen quienes son y
se guían a ciegas por referentes erróneos que van en contra de la humanidad y
de la vida. Porque estos son los referentes que conocemos, porque esto es lo
que nos hicieron.
Pero el cuerpo es sabio, pugna por crecer y su intento de
dominación no es gratuita, duele, duele en el cuerpo y duele en el alma y como
dice Reich no podemos evitar sentirnos “miserables, pequeños, apestosos,
impotentes, rígidos, vacíos, sin vida” y cuando esto sucede intentamos en un
principio volcarlo contra el mundo, ya sea apropiándonos de todo lo que
encontramos en el camino para llenar este vacío o empequeñeciendo a los demás
para sentirnos más grandes. Es así como dañamos a los niños, a las parejas, a
los amigos, a los países...es así como entramos en guerra y matamos la vida.
Pero todo esto no nos hace sentirnos mejor, porque el vacío no se llena y
nosotros no nos sentimos más grandes sino todavía más pequeños.
La salud comienza cuando estamos dispuestos a mirarnos y
vernos en nuestra pequeñez y comenzamos el viaje en busca de nuestra voz
interior perdida. Es aquí cuando contactamos con el concepto de
responsabilidad.
Sobre la
responsabilidad de la humanidad:
Reich entiende la responsabilidad en un sentido global.
Tenemos una responsabilidad individual y también tenemos una responsabilidad
social e histórica y tan sólo cuando somos conscientes de que nos toca
asumirlas, estamos preparados para salir de nuestra pequeñez.
La responsabilidad individual radica en vernos, en querer
saber cómo somos y asumir nuestras miserias y errores, arriesgándonos a vivir
según el dictado de nuestra conciencia y trabajando para aumentar nuestra
capacidad de amar.
La responsabilidad social, por otra parte, comienza por
interesanos por nuestro entorno, familiar, laboral, local, nacional,
internacional y mundial, denunciando todo lo que vaya en contra de la vida
humana como la explotación y la violencia en cualquiera de sus vertientes,
favoreciendo leyes que protegen la vida, prescindiendo de formas artificiales y
dañinas, amando sin papeles, viajando y conociendo otras personas, dejando
crecer a nuestros hijos tal y como los ha hecho la naturaleza, esforzándonos en
comprender esta naturaleza, leyendo, razonando de forma correcta, entendiendo
nuestro trabajo como una responsabilidad social...En definitiva, haciéndonos
cargo del mundo en que vivimos.
Y además está la responsabilidad histórica. A lo largo de
la historia hemos tenido que optar entre diversas opciones, entre las que se
encuentran:
- Las instituciones
verdaderamente democráticas de Lenin y la dictadura de Stalin.
- La explicación sexual
de nuestro mal emocional y la teoría de la adaptación cultural.
- La simplicidad
grandiosa de Jesús y el celibato de Pablo para sus curas y el casamiento
obligatorio para el resto.
- La teoría de Marx
sobre la productividad y la fuerza viva de su trabajo único y la idea de Estado.
- En la revolución
francesa, entre la crueldad de Robespierre y la grandeza y la bondad de Dantón.
- En Alemania, entre
Goering y Himler por un lado y Landau y Müsham por otro.
- La asesina Inquisición
y Galileo.
- El tratamiento humano
de los enfermos mentales y el electrochoc.
- La energía destructiva
del átomo y la energía constructiva del orgón.
- La ignorancia de la
célula cancerosa y la luz que Reich ha proyectado sobre sus secretos.
En todos los casos mencionados y en muchos otros, nos hemos
decantado por las opciones que iban en contra de la vida y del amor y ahora nos
toca asumir la responsabilidad de haberlo hecho ya que de lo contrario,
seguiremos repitiéndolas continuamente hasta que no quede ni un sólo resquicio por
el que respirar.
Ciertamente vistas estas decisiones con la distancia del
tiempo y una detrás de otra parecen incomprensibles, pero no tenemos más que
mirar en nuestros actos diarios para saber que como sociedad seguimos tomando
las mismas decisiones erróneas.
Responsabilizanos de nuestra vida implica hacernos cargo de
nuestra enfermedad individual, social e histórica y trabajar para sanarla.
Sobre la libertad:
Y es por este camino de
responsabilidad, por el que nosotros, pequeños hombrecitos y mujercitas,
podemos ir liberándonos de nuestras cadenas que son las únicas que en realidad
nos atan. Responsabilizarnos trabajando,
adquiriendo conocimiento y amando, los tres ejes fundamentales para “colmar lo
que es inherente a la existencia humana.”
Entiendo que Reich habla, en
definitiva, de la esencia del desarrollo y crecimiento personal, que es
asimismo el fin último del proceso terapéutico profundo: vivir la vida
plenamente en libertad. Y esto pasa por mirarnos al espejo dispuestos a ver lo
que éste nos devuelve con valentía y humildad, pues sin estas no podemos
recorrer el camino. Valentía y humildad para mirar en lo más podrido, para
reconocerlo, para responsabilizarnos de ello y cambiarlo, valentía y humildad
para mirar en lo más sano, reconocerlo responsabilizarnos y disfrutarlo. Es una
opción vital cuanto menos incómoda, pero sin la que no podemos recuperar los
aspectos perdidos y con ello nuestra libertad y nuestra vida, entendiendo como
tal, la vida que nos dicta nuestra voz interior y que decidimos vivir con
conciencia plena.
Siguiendo este camino el pequeño
hombre puede convertirse en un verdadero gran hombre, grande entiendo, en
cuanto a alcanzar la madurez humana.
Gran hombre:
Reich describe al verdadero gran
hombre como una persona sincera, simple, con coraje y contacto afectivo con la
vida. Es ante todo sincero consigo mismo, conoce sus miserias mejor que nadie y
tiene el coraje para enfrentarse a ellas y trabaja para superarlas asumiendo
las consecuencias, es decir, es una persona que se responsabiliza plenamente de
sí misma, de su historia y de su entorno. Esta actitud vital le lleva
inevitablemente a entablar un contacto afectivo con la vida. Es por esto, por
su amor a la vida, que comprende el sufrimiento del otro y trabaja de forma
genuina por la libertad real de los demás, mostrándoles las miserias de sus
propias vidas.
Considero que todo lo que
menciona Reich en su libro escrito en 1947 es de rigurosa actualidad a escasas
horas de entrar en el 2013 y al igual que lo es en cuanto a la problemática,
también lo es en cuanto a las soluciones que plantea, así que acabo este
artículo con la siguiente reflexión de este gran hombre “El amor, el trabajo,
el conocimiento, no tienen ni patria, ni tarifas de aduana ni uniformes. Son
internacionales, universales y todo el mundo los comprende.”
¡Fomentémoslos!
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