7 de diciembre de 2010

redes sociales y adolescentes

Los adolescentes son asiduos a las redes sociales, los que conozco, mencionan sobre todo el Twenty, donde viven un mundo virtual que transcurre paralelamente a su mundo carnal y que influye en él, con frecuencia muy negativamente.

Según entiendo, en el centro escolar en el que trabajo parece que todos los alumnos están conectados a la misma red construyendo un mundo escolar paralelo, que se pone en marcha cuando termina la jornada escolar, y que queda en “stand by” durante la misma. Lo malo es que empiezo a tener la sensación de que consideran este universo virtual más real que el carnal. Sospecho que esta fantasía de estar relacionándose con otras personas no les permite darse cuenta de la ausencia de contacto real que existe entre ellos, o al menos yo no aprecio que exista mucho cuando les veo interactuar.

Muchos adolescentes se pasan las tardes delante del ordenador en vez de hacer los deberes, deporte o leer y muchas veces vienen cansados porque se han pasado gran parte de la noche chateando y no han dormido lo suficiente, de hecho, conozco más de uno que tiene visos de ser adicto a este mundo.

Todo lo que sucede en estas redes escolares, está vetado a los adultos, no sólo porque prácticamente ninguno tiene acceso directo a las mismas, sino porque parece haber una promesa de silencio que cumplen incluso aquellos adolescentes que están siendo acosados en ellas. Y es que “chivarse” de estar siendo acosado en el twenty tiene sus consecuencias. He vivido de primera mano una situación de estas características, una alumna que mantuvo una conversación poco amigable con otra recibió amenazas veladas y virtuales, que encarnó imprimiendo y comunicando a los profesores del colegio lo sucedido. Ese mismo día, esta adolescente fue linchada, en el mismo recreo del colegio en un momento en el que se encontraban a solas, por un grupo de personas afines a la segunda. Desde entonces, tan sólo nos llegan noticias genéricas, sin nombres, y a cuentagotas de conversaciones de mal gusto y de insultos que reciben algunas personas, muchas veces por cosas que suceden durante el día en el colegio. Y por más que preguntes, nadie quiere decir quién agrede o quienes están siendo agredidos, pues temen lo que les pueda suceder, y lo cierto es que yo también temo entrar a más pues no sé quién puede resultar dañado por ello.

Como profesora me resulta muy inquietante ver que un día tras otros los alumnos se comportan como si no pasaran ninguna de estas cosas, como si no hubieran tenido contacto entre ellos desde el día anterior mientras sé que pasan muchas cosas de las que no somos conscientes, que hay alumnos que por momentos están amenazados o que están siendo humillados (pues han colgado fotos suyas en situaciones inoportunas o han desvelado secretos inconfesados ante la vista de todos) mientras nadie dice nada. Durante las clases cuando estos pensamientos cruzan mi mente siento como si estuviera en una especie de película de terror, ante personas que se me antojan de pronto desconocidas.
Cuando he intentado abordar el tema con los alumnos sólo me he encontrado hermetismo o acusaciones de estar exagerando. Quizá lo esté, pero sospecho que estamos ante un grave problema que no sabemos cómo abordar y que puede tener consecuencias que no podemos ni empezar a imaginar.

Ttala Lizarraga

1 comentario:

Pedro Alonso Da Silva dijo...

Yo soy de los que ve más ventajas que inconvenientes en el uso de las redes sociales. En especial para los adultos. El ritmo de vida que llevamos hoy en día dificulta enormemente el poder alimentar, aunque sea con una frecuencia mínima, aquellas relaciones sociales que quedan fuera del círculo íntimo y familiar. El teléfono es una alternativa, desde luego, pero creo que no goza de la frescura, la espontaneidad y la libertad de medios con la que cuentan las redes sociales. Es cierto que no se puede hablar de "contacto" en una relación así, pero también es cierto que no siempre deseamos entablar contacto. A veces, con tener un poco de información acerca de cómo le va a la otra persona, nos es suficiente.

El caso de los adolescentes es diferente cuando usan las redes sociales no como complemento al contacto real con los más allegados, sino como entorno preferente para entablar todo tipo de relaciones. Lo que para los adultos puede ser una herramienta social útil, para los jóvenes puede resultar una trampa peligrosa. La era digital trajo consigo la individualización y virtualización de la actividad lúdica hasta el punto que una cuadrilla de amigos puede quedar para jugar a las batallitas sin que ninguno de ellos salga del entorno protector de su habitación. El desarrollo de sentimientos como la empatía es muy dificil cuando la interrelación se establece con un personaje pixelado. Las redes sociales han ido un paso más allá. Ya no se trata del juego, ni de personajes virtuales. Se trata de personas reales en relaciones reales sin la referencia emocional que procura el contacto. ¿Será consciente un niño de 13 años del daño que sus palabras escritas en un tweet pueden probocar en el niño al que van dirigidas?

Sinceramente, no sé cual puede ser la solución. Quizás habría que supervisar el contenido ofensivo de los mensajes y expulsar de la "comunidad" a aquellos que tengan actitudes irrespetuosas con los demás, pero entonces alguien tendría que definir los límites del respeto, atendiendo además a la libertad de expresión.

Creo que como adultos tenemos la responsabilidad de encarnar el tipo de relaciones interpersonales que queremos que nuestros jóvenes imiten, aunque sea a través de un teclado y una pantalla.

Pretender otra cosa me parece una utopía.