Ainara Campos Sierra
Nuestros pies son la base que nos sustenta. En ellos nos apoyamos, para caminar, levantarnos y estar de pie. Son además nuestro medio de locomoción más próximo e integrado, por ser parte de nosotros. Son medio de defensa, de ataque y huida. Podemos utilizarlos para dar patadas, defendernos e impulsarnos y como medio de contacto placentero. Son nuestro medio para permanecer arraigados, en la tierra, presentes y realistas.
Como el resto de nuestro cuerpo los pies reflejan nuestro estado, por lo tanto tal como tenemos los pies así estamos. Si nos identificamos con las cualidades, texturas, formas, apoyos de nuestros pies descubriremos algo más de nosotros mismos.
Con respecto a los tipos de pies podemos ver que hay distintos, nuevamente según haya sido nuestro desarrollo y sea nuestro estado y cuidado; tendremos los pies planos, los pies cabos, relajados o crispados. Todo nuestro estado físico, energético, emocional, mental y actitudinal se refleja en nuestros pies. Como todo nuestro desarrollo se refleja en todo nuestro cuerpo, igual en los pies. ¿Y en qué nos afecta esto a nuestros pies y a nosotros? Pues que cuanto mejor apoyo hayamos tenido mejor nos apoyaremos en la realidad, cuanto más hayamos andado sobre nuestros pies más seguros nos sentiremos. Cuanta más planta apoyemos a cada paso más seguridad y amplitud tendremos. Cuanto más relajados estén nuestros pies, y nosotros, nuestros órganos vitales estarán más relajados y sin opresiones, y por lo tanto nuestra salud mejorará.
Generalmente les hacemos poco caso a nuestros pies salvo cuando nos duelen, nos dan problemas para caminar o estar de pie, y nos generen problemas para trabajar.
Para no esperar a que nos duelan o si ya nos duelen, o si nos damos cuenta de que no les hacemos mucho caso, os voy a proponer como primer paso que observéis vuestros pies, y veáis, notándolos, cómo están apoyados vuestros pies en el suelo. Ponte de pie, con los pies a la anchura de la cadera, las rodillas ligeramente flexionadas, respirando normalmente, dejando que salga el aire por la boca, y notando como al respirar tus rodillas te sirven de amortiguador y flexibilizan tu apoyo en el suelo. Nota tus plantas, y percibe su apoyo. Mantente atento y en contacto con tu respiración, tus pies y la postura por un rato y observa: ¿Te balanceas?, ¿estás inmóvil?, quizá tiendas a apoyarte más en la zona de adelante, sobre los dedos, o tal vez lo hagas en los talones; quizá más en un pie, o quizá te apoyes más en la cara interna o externa del pie. Todas estas observaciones te ayudarán a tomar mayor conciencia de tu apoyo y por lo tanto de tu estado vital.
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